El amor y la fe por encima de todo.
Mariama es la hija menor y única de Sifaye. «Cuando estaba embarazada de ella, pensé que sería un niño porque mis primeros cuatro hijos son todos varones». Cuando sostuvo a su hija, disfrutó de la oportunidad de compartir todas las alegrías de la niñez con ella e imaginó un futuro en el que Mariama crecería y se convertiría en una mujer fuerte e independiente.
Luego, a los 4 años de edad, Mariama desarrolló «piernas arqueadas», una condición en la que sus piernas se deforman hacia afuera en una forma redondeada.

«Cuando noté sus piernas así, estaba realmente preocupada. Apenas podía dormir. Estaba tan asustada».
Sifaye temía que su hija recibiera juicio y discriminación a medida que crecía. Nadie en el pueblo había experimentado su condición. Las miradas y susurros seguían dondequiera que iban.
«Sus amigos se reían de ella porque no podía caminar rápido ni correr, siempre se quedaba atrás».
Tanto ella como su esposo habían notado que Mariama se estaba cohibiendo. «Ella siempre quiso jugar como sus amigos… a saltar y a otros juegos, pero ella no podía», dijo el padre de Mariama, Camara.
Tomaron la difícil decisión de mantener a Mariama en casa y no ir al colegio. «El colegio está muy lejos, por eso no la envié allí. Porque no puede caminar una larga distancia sin quejarse de que está cansada. Si fuera a el colegio, no podría caminar de regreso a casa».
Durante el año siguiente, el enfoque de la familia se centró completamente en el bienestar de Mariama. «Durante ese período, probamos todo tipo de medicamentos, pero nada cambió», recuerda Camara. «Cuando la llevamos al hospital, nos dijeron que no podían curarla». Se les dijo que sus piernas probablemente continuarían curvadas el resto de su vida.
Encontrar la sanidad para Mariama
Un año después, en un pueblo a dos horas de distancia, el hermano de Sifaye, Mane, conoció a un miembro del equipo de selección de pacientes de Naves de Esperanza que viajaba por todo el país evaluando posibles candidatos quirúrgicos.
«Me dijo que ofrecerían cirugías gratuitas para los pacientes. Me mostró fotos de personas que ya habían tratado», dice Mane. Cuando vio las fotos del antes y el después de pacientes con afecciones como la de Mariama, supo que tenía que decírselo a su hermana. «Las fotos de los pacientes anteriores me convencieron. Deseaba lo mismo para mi sobrina».
La idea de ir a una nueva ciudad por primera vez, lejos de la comodidad familiar del hogar, la familia y los amigos, hizo que Sifaye dudara. «Mi hermano mayor, que me informó sobre el barco, me animó. Me dijo que no me pasaría nada malo».
El amor por su hija superó cualquier miedo, y comenzaron su largo viaje.
Sifaye dice que los primeros días a bordo fueron constantes episodios de nostalgia, pero el equipo a bordo en seguida las hizo sentir como en casa.
Por primera vez, también conocieron a niños con condiciones como la de Mariama. «Estaba feliz de conocer a otras madres que sabían por lo que estaba pasando, y fue bueno para Mariama ver que no estaba sola».

El cirujano ortopédico voluntario, el Dr. Stan Kinsch, dice que las piernas arqueadas pueden ocurrir debido a la desnutrición. Desafortunadamente, debido al acceso médico inadecuado en algunos países africanos, la condición es más frecuente en el continente en comparación con otras partes del mundo.
«En los países desarrollados, estas afecciones se tratan temprano para que no requieran cirugía. Pero aquí se reconocen tarde y el tratamiento adecuado no está disponible, por lo que se convierten en formas extremas», dijo el Dr. Kinch.
Después de la cirugía y tres meses de fisioterapia, Sifaye y Mariama estaban listas para irse a casa. Cuando Sifaye vio las piernas rectas de su hija por primera vez, una alegría abrumadora se derramó en ella.
«Estaba tan sorprendida, pensé que sus piernas siempre estarían dobladas el resto de su vida. Verlas así hoy fue maravilloso. Nunca íbamos a permitirnos el lujo de someternos a su cirugía, así que esto es un milagro para nosotras».

De vuelta a casa, Mariama está inscrita en el colegio de nuevo, y su mundo nunca será el mismo. Además de ver la sanidad de su hija, Sifaye dice que ahora también tiene una nueva apreciación por el mundo más allá de su aldea.