Amadou se negó a ser definido por el tumor que había estado creciendo en su cara durante más de 15 años. Para aquellos en su comunidad, Amadou era un médico, un líder y un pilar de esperanza.

La medicina era un camino claro para el hombre de 46 años, que había ejercido de enfermero durante más de 20 años, cumpliendo su deseo de ayudar a los demás. Con los años, su propia salud se deterioró a medida que desarrollaba un tumor pleomórfico en su glándula salival que crecía lenta y constantemente en el lado de su cara. Pero su condición no le impidió cuidar a sus pacientes.
«Nunca me dije a mí mismo ‘como tienes este tumor, no puedes ayudar a los demás’, eso no sería justo para ellos», dijo Amadou. «Sin embargo, me dije a mí mismo que aún debía hacer todo lo posible para ayudar a los que me rodeaban para que Dios me ayudara a cambio».
Amadou sabía que su propio hospital local no estaba equipado para realizar la cirugía necesaria para extirpar su tumor, por lo que comenzó a ahorrar dinero con la esperanza de que algún día pudiera viajar a la capital de Guinea. Esperaba encontrar ayuda para eliminar la masa en su rostro.
Un día, mientras Amadou estaba sentado en su clínica, la gente de su pueblo vino corriendo a contarle unas noticias emocionantes. El hombre que pasó sus días ayudando a otros finalmente podría encontrar ayuda para sí mismo a bordo de un barco hospital atracado en Conakry, Guinea.
«Cuando me enteré de lo del barco, era el hombre más feliz», dijo Amadou. «Pensé: ¡si me someto a esta cirugía, seré un embajador paciente y le hablaré al mundo sobre Naves de Esperanza!»
Amadou se dirigió al Africa Mercy, no para ser salvo, sino para recibir la ayuda que necesitaba para continuar salvando a otros. Después de una cirugía exitosa a bordo por profesionales médicos voluntarios, Amadou fue autorizado para irse a casa.

A su regreso, quedó muy claro cuánto significaba para su comunidad, ya que cientos de personas se reunieron para su llegada. La gente bailando y cantando se alineaba en las calles en celebración mientras sus amigos y familiares daban la bienvenida a su querido médico.
«Ni siquiera puedo comenzar a describir lo que esta comunidad significa para mí y cuánto los amo», dijo Amadou. «¡Creo que los amo aún más de lo que parecen amarme!»
La historia de su sanidad viajó a través de su comunidad y pronto llegó a otra necesitada. Poco después de haber regresado a casa, una mujer de 37 años entró en esta clínica con un labio leporino. Inmediatamente, Amadou viajó durante más de un día para llevarla a las enfermeras del Africa Mercy, lo que le permitió recibir la misma cirugía que le cambió la vida que él mismo había encontrado dos meses antes.
«Mientras estaba en el barco aprendí cómo cuidan a sus pacientes», dijo. «Quería traer esto de vuelta a mi propia clínica».

Mientras esperaba la recuperación de la mujer, Amadou usó su tiempo para decirles a los pacientes que estaban esperando una cirugía, que todo estaría bien, que él era un testimonio andante de la cirugía segura realizada en el barco.
Fiel a su palabra, Amadou se convirtió en el defensor del barco que prometió ser. En los años transcurridos desde su cirugía, ha continuado sirviendo a su comunidad y utilizando su oportunidad de sanidad para impactar positivamente a los demás, diciendo simplemente: «No me rendiré».