En 2022 no fue la primera vez que Ousmane buscó ayuda médica para su hija Aissatou. Desde que su hija nació con labio leporino cuatro años antes, había estado buscando una cura. La familia había visitado varios hospitales en Senegal, pero ninguno podía proporcionar la ayuda que necesitaban.
Otros en su aldea comenzaron a perder la esperanza, diciéndole a Ousmane que el labio leporino de su hija era irreparable.
Mientras tanto, Aissatou no tardó mucho en darse cuenta de que era diferente a los demás niños. Decidiendo que la privacidad era la mejor manera de mantenerla a salvo, sus padres le pusieron un paño en la cara para cubrirla en público. Cuando llegaban visitantes de otras aldeas, Aissatou se escondía en una habitación.
Ousmane fue testigo de todo esto con profundo dolor. «Amo tanto a mi hija que nunca dejaría de buscar su cura», dijo. A pesar de las voces que le decían que se rindiera, Ousmane se negó a dejar de buscar ayuda. En 2019, cuando se enteró de que Naves de Esperanza iba a llevar su buque hospital, el Africa Mercy®, a Senegal, estaba decidido: esta fue su respuesta.
Esperanza y oraciones
Aissatou y Ousmane hicieron el viaje a través de Senegal hasta el barco, donde Aissatou recibió una cita para su operación. Pero antes de que llegara la fecha de su cirugía, el barco Africa Mercy tuvo que irse debido a la pandemia del COVID-19. A pesar de todos los contratiempos que habían soportado, Ousmane mantenía la esperanza de que Naves de Esperanza le proporcionaría la ayuda que su hija necesitaba: «En mi corazón sabía que estas personas ayudarían a mi hija. Seguí orando y esperando que el barco regresara».
Sus esperanzas y oraciones fueron respondidas años después, cuando el buque hospital Africa Mercy regresó a Senegal en 2022. Los incansables esfuerzos de Ousmane se vieron recompensados por fin: Aissatou se sometió a una cirugía para curar su labio leporino.
Cuando el padre vio a su hija por primera vez después de su operación, no pudo contener su emoción: «Estoy tan feliz ahora, pero durante la cirugía tuve miedo. Mira, yo no sé nada de cirugía, y no tenía idea de lo que estaba pasando. Pasó mucho tiempo antes de que regresara, pero cuando regresó, ¡estaba tan feliz! Cuando la vi, lo supe: ¡los cirujanos son verdaderos héroes!»
Mientras Aissatou se recuperaba a bordo del Africa Mercy, Ousmane casi nunca dejaba de sonreír. Se sintió honrado por el amor y el cuidado que tanto él como su hija recibieron, ya que vio cómo esto permitió que Aissatou floreciera. Sin que el labio leporino la detuviera, la niña se sintió más segura para salir y hablar. A menudo, recogía juguetes que nunca había visto antes, anhelando explorar lo desconocido.
Una de las enfermeras de sala, Bekah, se encariñó mucho con Aissatou y su padre: «Fue muy especial ver su vínculo. Gracias al amor de Ousmane por su hija, ella encontró sanación y me recuerda cuánto nos ama nuestro Padre celestial».
La hija del pueblo
Una vez que Aissatou se había curado, era hora de regresar a su aldea. La comunidad no podía creer lo que veían sus ojos cuando la vieron. Muchos estaban convencidos de que Aissatou nunca encontraría una cura, pero allí estaba, completamente curada. La madre de Aissatou, Khadija, se llenó de alegría: «Cuando Ousmane y Aissatou partieron hacia el barco, tuve miedo. No podía comer ni beber y me preguntaba si iba a recibir tratamiento o no porque ya había ido a un hospital otras veces y volvía sin ser tratada. Hasta el día en que Ousmane finalmente me llamó y me dijo que se había operado. Y cuando finalmente regresaron a casa, ¡estaba tan feliz! No puedo agradeceros lo suficiente».
Uno de los ancianos de la aldea proclamó que Aissatou era la prueba de esperanza de la aldea: «Habíamos perdido toda esperanza. Pensábamos que iba a morir así. Nadie creía que se curaría, porque todos los demás hospitales no tenían más que promesas vacías. Pero entonces llegó Naves de Esperanza y nos mostró que había esperanza. Y habéis curado a la hija de nuestro pueblo. Habíamos perdido la esperanza, pero vosotros demostrasteis que siempre hay esperanza. Y por eso, siempre estaremos agradecidos».
Gracias al amor y la determinación de su padre, Aissatou tenía un nuevo futuro, uno en el que podría ir al colegio y mantenerse a sí misma algún día. Pero lo más importante es que nunca más tendría que esconderse en su habitación, sino que serviría como prueba viviente de que siempre hay esperanza.